Katheryn Morales
Matt Lucas Dale.
No pude pensar e n nada.
Al fin comprobé lo que siempre, supe. Terminaría arruinando lo que parecía perfecto con Vanessa. Nunca seria lo suficientemente bueno y cuerdo para hacerla feliz. Estaba completamente perdido sin ella. La casa estaba vacía, el aire estaba vacio, yo estaba vacio.
Todo era vacio.
La ira me consumió.
Comencé a romper todo lo que estuviera al alcance. Absolutamente todo. Dios, esto era la muerte, esto el infierno sin ella. Mire alrededor, caí al suelo entre cristales, para darme cuenta de que nada en la vida sería como ella lo hacia, no era nada sin esa mujer. La amaba y estaba perdido sin ella ahora, y peor, ella estaba sola. Como una mujer que su propia pareja le pide que aborte, Oh maldición.
La misma historia de mi padre. La misma historia quizás. Fui el mismo cobarde sea lo que sea que ella tuviera allí eso era mío. Y ahora le pedía que lo matara. Fui tan… tan estúpidamente cobarde.
Fui a la alacena arrastrándome, y tome la primera botella que encontré, whisky… lo tome hasta perder la conciencia. Cada trago era una razón para olvidar, mientras volvía a contactarla y su celular estaba apagado. Trago tras trago. Seguía siendo lo mismo que mi padre. El descerebrado que bebía y se emborrachaba. Al menos hasta donde le escuche a la que una vez fue mi madre y también me abandono. Dios… Vanessa… ella no haría lo mismo ella era capaz de morir por ese bebe.
La ira me apoderaba aun más, aun ahora con la botella vacía que fue a dar a una pared. Mientras que me ahogaba entre la borrachera y mi propia pena que para el como del mal estaba ahora peor que el alcohol la había fertilizado. Dándome muchas otras razones por las que hubiera sido razonable en Vanessa dejarme.
Trate de levantarme. Pero definitivamente no podía… termine por quedarme allí. Solo. La primera de tantas noches.
Cuando abrí los ojos, me sorprendió ver al doc allí a mi lado como si intentará resucitar a un muerto. Sentía la espalda entumecida y la garganta seca, muy seca.
-Matt hijo, ¿estas bien...?
Quien rayos me mando a abrir los ojos. Quería seguirme quedando allí. Muerto. Nada o Vanessa o nada. No merecía vivir así.
-Matt, hace cuanto no te alimentas…
-He… que hay doc. – mi voz sonaba áspera y rugosa- no se, es lo ultimo que pienso no tengo hambre si se pregunta.
-¿Qué a pasado aquí? – giraba el rostro mirando alrededor y como pensaba aun seguía en el suelo.
-Ah… fui yo.
-¿Qué paso?
-El infierno doc, el infierno me visito y se quedo aquí.
-Que carambas ¡deja de decir sondadas y habla claro, donde esta Vanessa? ¿Están bien?
-No lo se… yo quisiera estar muerto. Ella espero que este bien… gracias a su maldito consejo por haberla condenado a muerte si protegía al bebe.
-¿Huyo?
Reí cruelmente
-Claro que huyo, ¿Qué puede esperar? ¿Una barbacoa rellena? Son unos… pero el más idiota aquí soy yo… yo la perdí, soy un estúpido burro de mier...
-¿Tu hiciste todo esto?
-Claro que fui yo, ¿cree que ella me noqueo y se fue después? Llegue y ya no estaba aquí, ni siquiera pude despedirme de ella. Bi siquiera pude evitar que se fuera.
Trate de sostenerme del mesón para levantarme, y gire al grifo para lavarme la cara.
-¿Cuándo paso?
- Recién nos llamo, ni siquiera espero.
-¿Hace tres días?
-¿Qué tres días? Fue ayer…
-Matt, la reunión del consejo fue hace tres días.
-Que genial… estuve con resaca fuerte entonces. – Avente un vaso a otra pared.
-Si fuiste tú entonces… ¿Quiere decir que no te has movido del suelo en tres días? No olvídalo... lo creo esa cara es de resaca de whisky.
Arque una ceja sarcásticamente sonriendo.
-Pues perdón. Mi mujer, embarazada, la querían rostizar y me dejo por decir que debía abortar. Y ahora soy un abrió porque no puedo recuperarla ¿Tiene algún problema con eso? – dije cuando pasaba por su lado yendo a la sala.
Hubo silencio mientras iba al sofá a desplomarme.
-Vaya… - dijo el aun desde la cocina en dirección hacia mi.
No dije nada.
-¿Tienes alguna idea de a donde pudo haber ido?
-Claro doc… por supuesto. Como no voy a saber si mire, estoy ebrio de felicidad. Cree que ¿estaría aquí… sentado como un idiota sabiendo donde puedo encontrarla? ¿Ah?
-Son tal para cual…
-Gracias… eso me hace sentir mucho mejor. – patee la mesa entre los sofás.
-Hijo ya basta, deja de hacer tonterías. ¿Quieres recuperarla? Se cuerdo.
-Ella no volverá Doc, sabe que si vuelve la mataran.
Estuvo callado durante algún buen rato. Que me pareció lo mejor que pudo hacer.
-Podría llegar a un acuerdo… con el consejo…
-Torturarla hasta acceder no es una opción…
-No somos tan neandertales hijo. Podemos hacer algo civilizado.
-Quemar a la gente viva no es cosa de civilizados. No que sepa.
-Como te dije… es posible un acuerdo. Russel y tú eran muy amigos. Habla con el.
-Me mandara al caño Doc…
El miro hacia algunas partes, vio una foto de Vanessa y mía sobre la TV, y sonrió. Luego giro hacia mi y dijo en algo que le parecía muy calmado.
-Lamento todo lo que paso, y te aseguro que ayudare en todo lo que pueda… Ella volverá…
-Quisiera creerle Doc…
-Intente llamarla pero me parece que… ya se porque no. – gire para ver entre mis escombros los escombros de su teléfono. El que yo destroce.
-Tiene un nuevo numero doc.
-¿Podrías llamarla…?
-No se donde deje mi celular doc.
-Dame el numero… hablaremos con ella…
-Intente, pero no me contesto en toda la noche que le llame.
Tome el teléfono del doc mientras marcaba los dígitos y coloque el teléfono en alta voz.
“-¿Hola…?
Dios, sonaba débil.
-¿Amor estas bien…? Soy, yo, Matt…
-Oh… Matt… -hubo silencio – Si, estoy bien… ¿Qué paso con tu teléfono?
-No se donde lo deje… cariño como has estado ¿te has alimentado?
-Si, ayer cace, no es lo mismo que en casa pero, si, me estoy alimentando quizás más… pero no te preocupes… como te dije, me las arreglo sola…
-Vanessa, es Gerard… ¿Cuántas porciones comes al día?
Hubo silencio y luego respondió.
-Que gracioso que lo pregunte Doc, porque hasta hace poco tenia entendido que quería matarme. ¿Qué? ¿Quiere mantenerme bien rellena para entonces?
El doc se quedo quieto mirando a lo lejos aun oyendo a Vanessa.
-¿Cómo te estas alimentando Vanessa? – pregunte.
-Comidas nativas del lugar…
-¿No me dirás a donde te fuiste verdad?
-Que inteligente.
-Vanessa… si… prometemos que el bebe y tu estarán bien, ¿considerarías volver?
-Probablemente no.
-Te daría seguridad de que nada les pasaría. ¿Por qué no?
-Porque no sabría si están en alguno de sus planes para sabotear al bebe…
Hubo silencio.
-Cariño… al menos dime donde, estas y yo…
-¿Qué¿ ¿Te irías conmigo? No caeré en trampas Matt, ni arriesgare nada.
-¿Crees que seria capaz de… hacerte daño?
-Si.
Eso fue una patada más fuerte que en mis partes nobles.
-Vanessa yo nunca te haría daño… ni al bebe.
-Ya lo hiciste. Y no se preocupen. Yo estaré bien. Gracias por la intención Doc, pero no me arriesgaré. Estará todo bien.
Luego un pip. Y silencio. Finalmente corto.
Y tenia ganas de romper lo que sea que tuviera en la mano. Así que le devolví el teléfono al doc antes de que fuera su cel. la victima de mi ira.
Me acerque a las manos dejándome sostener la cabeza por ellas. Dios… haberla escuchado me provocaba o beber aun más. O destrozar algo. La necesitaba. La necesitaba tanto. Que quería quemar la casa entera como si con ello el olor la trajera.
-Hagamos algo… -dijo el mirándome. – Citaremos al consejo hoy en la noche. Hablaremos con ellos. Esto se va a arreglar.
-Si… claro, doc.
-Créeme que se va a arreglar. – Dijo levantándose.- Por cierto. Yo que tu arreglo este desastre. Y llamaría a mi jefe para decir que aun vivo. Con un hijo en camino necesitarás el dinero.
Cuando el Doc se fue, el tenia razón. Estaba destrozando todo lo que me quedaba de Vanessa, su casa el lugar donde dejaba todo y pareciera que aun seguía allí. No podía entrar en nuestra habitación de noche eso era. Meterme en el infierno cuando estaban comenzando a freír la carne. Dormía en una de las habitaciones para hospedar. Saque algunas cosas y las demás no había problema de buscarlas a la mañana siguiente cuando necesitará usarlas. Mi problema era de noche, que puedo decir. Me acostumbre a ella… suena, mal. Muy mal de un hombre, como por lo menos del tipo que era yo. Pero era cierto, con una mujer como ella las demás no valían la pena. Podrían ser bonitas pero no tenían cerebro. Tenían cerebro pero no tenían buen físico, algunas eran maliciosas pero otras inocentonas.
Vanessa lo tenía todo. Era la más increíble tentación en un paraíso. Lo tiene todo. Incluyéndome a mí. Y para colmo de los males. Tenia, a nuestro… hijo. – me costaba admitir esas palabras fácilmente -.
Los días estaban pasando, y no muy rápido que se diga, llamaba la llamaba casi todo el tiempo. O a veces ella no respondía. Comenzaba a temer por ella pero sabia que ella haría lo que sea por cuidarse por nuestro hijo. Lo que sea. A veces pensé en recorrer el país buscándola pero. Seamos sinceros. Es la más estúpida idea que pudiera tomar. A veces miraba los cuartos, y el verlos tan vacios me obligaba a apartarme de ellos.
De todo lo que vale la pena contar, solo varios sucesos durante los dos meses que Vanessa llevaba fuera, eran relativamente importantes. Podía contarlos con las manos… Un día después de mi ataque de muerto – viviente sin ella sin arreglarme sin siquiera darme una decente ducha – y si aun tenia que ir a trabajar y lo hacia para no estar solo en casa – Ivana al ver que, al menos había tomado la decencia de afeitarme luego que me dio el repentino ataque de al fin levantar los escombros que había hecho – después de un mes – cuando ella se fue. Pues ella comenzó a abalanzárseme encima como muchas otras del pueblo. Lo último que quería en ese momento era engañarla. Ya le había dado suficientes motivos para dejarme por ser tan estúpido.
Muchas veces me toco mostrar el anillo de casado y como en el pueblo no eran perezoso a la hora de los chismes. Se había regado la voz que ella me dejo. Algunas se notaban ofendidas otras se reían ofendiéndola porque “¿Qué clase de idiota luego de domarme me dejaba como si nada?” “Apuesto que esta gorda con el embarazo” cosas que si no fueran mujeres. Les habría destrozado la cara a punta de golpes. Simplemente me las sacudía con uno de mis malas palabras. A pesar de que aun guardaba la carta de ser… lo más parecido a un caballero.
Otra de las cosas es que pase mi cumpleaños. Completamente solo… me refiero a mi cumpleaños humano. Vanessa me envió un mensaje y luego la llame y me felicito. Pero ni siquiera una remota esperanza de que volvería. Entonces… contando que cayó sábado – y no quería estar solo – hice algo que jamás…. Hubiera logrado pensar en mi sano juicio, menos solo, y menos después de haber sido dejado.
Fui a comprar una cuna.
Bueno en realidad todo lo de un cuarto de bebes.
Necesite mucha. En verdad, mucha ayuda de parte de las vendedoras. Para no decir nada, solo dije “será una sorpresa” no podría decirles, “bueno es que no se si es niña o niño ves, como mi esposa vampira me dejo porque estaba en peligro de muerte pues me toca armar el cuarto yo solo y no se de bebes”. Solo tome lo ultimo… es una sorpresa para mi esposa, y no se nada de bebes. La chica sonrió diciendo que era muy dulce que un padre hiciera eso. Y que nunca antes lo había visto hacer por lo menos en el pueblo.
Reconozco que el doc tenía una muy grande razón y nuevamente debía echar para atrás la idea de devolverle el auto a Vanessa después de comprarme uno propio. Las cosas estaban muy caras, la cuna –que ella dijo que era unisex porque no conocía el genero del bebe y admito que estaba muy bien grande y de madera maciza sin esquinas con lo de adentro blanco – me costo no uno sino ambos ojos de la cara, sin contar que me costaría armarla al llegar. Me preguntaba si se astillaba o algo y le puyaba, si era vampiro y le podría hacer daño… pero, eso era ser extremista.
Luego, algo que era como una tela sobre la cuna, ah un mini-bolsito – así le digo yo- para cargar al bebe. Eh… una mesa para cambiar – aunque si fuera por mi lo cambiara en cualquier parte – un armario y guardarropas para las cosas del bebe. Dios, no lo se, creo que quizás la vendedora solo quería arruinarme pero prometió que todos eran necesarios. La carga llegaría cerca del mediodía con camiones todavía tenia tiempo de comprar pinturas y mi pesadilla… la ropa.
A la vendedora de las ropas tuve que decirle la misma historia… recibí el mismo discurso de ser tierno… y de paso la cereza de que no parecía que fuera a ser padre. Y de añadidura al postre una de las que vendía allí – que no me dirigió la palabra y sabia muy bien porque- fue una de las chicas con las que antes salía y casi convulsiona de ira cuando oyó que tendría un hijo. Solo compre algunas cosas ahí. Esos pensamientos eran muy peligrosos y molestos.
Llegue a la casa, y con la paciencia que me había enseñado no tener a Vanessa allí y tener que esperarla hasta que algún día accediera a volver. Comencé a pintar una de las habitaciones que se encontraba de huéspedes. Tuve que solo medio pasarle de por si ya la habitación era blanca. Luego llego la carga y comenzaron a dejar las cosas en la sala, se preguntaban mentalmente como subiría todas las cosas yo solo.
La habitación me llevo arreglarla el fin de semana entero. Pero el domingo ya cerca a de las diez de la noche estaba terminada. Cuando finalmente termine, me senté a ver todo aquello. Era tan… extraño ver eso. Una habitación llena de cosas de bebes y de remate compradas por mi y de peor adornada por mi. Si no supiera que en serio era bien hombre hubiera dudado de mi sexualidad en este momento.
“-Hola cariño… - dije cuando Vanessa respondió el teléfono mientras estaba en el cuarto del bebe. - ¿Cómo has pasado el día?
-Pues muy bien, aliviada hasta hace un momento que no re ventaras mi teléfono con llamadas hoy. Pero ya olvídalo.
Sonreí con ese sarcasmo. Me hacían tanta falta ver su ceja arqueada cuando los decía.
-Vanessa… te extraño, tanto.
-Pues yo también Matt… créeme que yo también…
-¿Por qué no vuelves? El doc dijo que te daría seguridad.
-No volveré Matt… y menos sin saber que es verdad lo que me dices.
-Vanessa…
-Debo irme Matt… estoy agotada.
-¿Agotada…?
-Si… comienzo a tener síntomas de debilidad como lo dijo el doc. Es normal…
-Y… ¿Cómo esta...tu ¿ ¿Ya a crecido la?
Podía mirarla imaginariamente sonriendo por mi idiotez.
-Si… ya se ve… esta un poco grande. No mucho, solo tengo tres meses Matt.
Dios… quería tocarla y verla por mí.
-Vanessa yo lo siento tanto… jamás quise lastimarte… jamás hubiera dicho lo que dije lo sabes muy bien. Amo ese niño y te amo a ti… nunca podría hacerles daño me metería con ustedes en la fogata primero. Y me rebanarían el brazo antes de que te lo sacarán… cuando oí, cuando me di cuenta de lo que te dije no había creído las palabras que me habían salido, me conoces Vanessa soy un idiota, pero jamás te haría daño. Y menos al bebe, es como si fueras tu. ¿Te imaginas que se parezca luego a ti? ¿Qué pudiera tener esos mismos ojos esa misma boca? ¿Esa sonrisa? Si yo hubiera pedido que le sacaran y eso hubiera pasado… yo pediría que me quemaran después a mí. Cuando…. Cuando te quedaste callada luego de gritarme… cuando vi que te hice daño… Vanessa quería matarme allí mismo. Por favor…
-No…. No volveré Matt…. – podía oírle llorando – es, hermoso saberlo ahora. Ahora puede sentirse querido por ti…
-Por favor Vanessa… te lo pido.
-Buenas noches Matt…”
Luego, silencio en la línea.
No podía pensar en nada más. Tuve que salir corriendo del cuarto, y alejarme.
Los días se estaban pasando más rápido, y ahora estaba comenzando a entrar el mes de noviembre. Si, las hojas caían una tras otra y comenzaba un frio invierno, me preguntaba si ella estaría sola con frio. O hambrienta. Algunas veces yo tenía que salir obligatoriamente a alimentarme porque había dejado de cuidarme yo mismo. Algunas últimas veces comenzando el mes llamo Drake preguntándome por Vanessa, solo podía contestar. “Esta bien” el interpretaba mi mala voz como si aun nos lleváramos mal.
Y finalmente el último de los importantes días de mi infierno. Fue lo que parecía el final. El doc vino a buscarme. Era de noche y viernes. Me llevo al consejo. De hecho es en este preciso momento en le que íbamos al consejo.
Cuando llegamos, -debía suponerlo- era la casa de Russel. Al entrar pasamos directamente entre uno de las puertas y una gran mesa larga donde habían varias caras que me parecían conocidas pero jamás pensé que fueran tan influyentes dentro del pueblo. Quizás eran quince contando a Russel y el doc.
Pensaba que quien hablaría seria Russel, pero esta vez quien me sorprendió fue el doc, con la mayor de sus rabias.
-Oh cielos aquí vamos de nuevo… - dijo Russel.
-Cállate.- eso nos sorprendió a todos de parte del Doc.
-¿Usted me manda a callar? – Russel se levanto.
-Mejor siéntate… no quiero tener que arrancarte algún miembro.
Todos en la sala parecían incluyéndome muy sorprendidos por el comportamiento del doc.
-Llame a Vanessa esa niña no admitirá que esta débil. Se fue de este pueblo porque ustedes querían quemarla. Sino accedía a sacar al bebe. Pues yo le tengo noticias. No le harán nada.
-¿Perdón? ¿Con que derecho?
-Con el derecho que me da llevarte mil años más encima Russel… - Wow… aquello se estaba prendiendo todos los presentes incluyendo a Russel se calmaron en sus puestos. – Yo fui el más cobarde y tonto al dejarte a ti el puesto para decidir cuando el mayor de nosotros era yo. Pensé que serian cuerdos.
-Lo estamos siendo eres tu
-Jamás mataría a alguien ¡solo por miedo a que muriera yo Russel! Ese niño va a nacer. Y cualquiera que se oponga, va a tener que vérselas conmigo. Yo, en este momento vuelvo a tomar el puesto que en verdad tengo en el consejo, y además nombro a Vanessa durante su embarazo mi protegida cualquiera de ustedes o de los vampiros del pueblo que viole esta ley, pueden jurar que yo mismo le matare ¿Esta claro?
Yo, no sabia que decir. Estaba perplejo.
-¿Se ha vuelto loco? – Russel se levanto y casi como en un borrón el doc que aun parecía estar a mi lado fue sumamente rápido y clavo una estaca en el brazo de Russel dejándolo atascado entre la silla y ella.
-¡RAYOS!
Todos los presentes se levantaron mirando horrorizados y el doc volvió a mi lado.
-¿Alguien más tiene una objeción?
Nadie se movió.
-Bien… eso pensé. George, quítale la estaca a Russel. Matt… ¿estas de acuerdo hijo?
-Completamente… doc. – dije tragando grueso al ver la gran herida de Russel.
-Entonces, queda dicho alguien llega a tocar a esa chica su bebe o incluso Matt y los matare… ¿Entendieron?
Nadie decía nada.
Cuando volvimos a la casa, el doc parecía sacado de una película de terror –aun manteniendo el papel fuera de la grabación – rompió el pomo de la puerta y se hecho para atrás para que yo abriera disculpándose por lo de l< no="" a="" br="">
-Vanessa… -esta vez, finalmente se quebró lo que se consideraba duro en mi – si es por mi… cariño… yo deseo verte, perdóname, perdóname de nuevo yo… no sabes como me e sentido e querido morirte por haberte herido e querido matarme por haberte dicho algo tan estúpido. Vanessa… daría lo que sea… lo que sea por tragarme lo que dije, por verte de nuevo… por ver crecer tu barriga por abrazarte por estar a tu lado porque no tengas que estar sola. Por poder ser padre… no me quites eso… no quiero perderte, por favor no los quiero perder – entonces comencé a llorar como en toda mi vida jamás lo hice y menos por una mujer. – Pero, si… si jamás vuelves, entonces yo… esta bien. Reconozco que te falle solo por favor… te lo pido por ultima vez si ya no quieres que te moleste si no quieres verme jamás y con toda razón nunca dejarme ver al bebe yo te entiendo… y lo acepto, fui un maldito egoísta y, por Dios solo dime que vuelves. Tu… tu res perfecta, te hicieron para mi, yo no valgo sin ti, soy un puerco viviendo por vivir…
No quería ni mirar al doc. El estaba callado en el sofá.
-Matt… - decía ella.
-Y me hace tanta falta aun – dije riéndome como un tonto – tu risa, oírte insultarme, o incluso no verte… no puedo vivir sin ti… te necesito… quédate aquí conmigo… perdón, pérdon por haberte hecho daño y al bebe también los amo con mi vida… Vanessa vuelve, yo… nunca, nunca quize lastimarte…. Te amo tanto, por favor..
-Calle 27, hotel Lucina…
Decía Vanessa en la otra línea.
-¿Qué? – no daba crédito a mis oídos.
-Dallas… estoy en Texas Matt… puedes venir por mi…
-¿Estas en…? – pregunto el doc asombrado.
-Así es… sabia que jamás pensarían buscarme aquí.
-H con buenas razones ¿Pudiste morir quemada lo sabias y solo por ti misma? – decía el doc perplejo.
-Lo se…
-Voy saliendo por ti. – deje el teléfono abajo con el doc mientras buscaba algunas casos y el le daba algunos medicamentos como ordenes para que se comprara.
No supe de mí hasta bajar a Dallas del avión. Fue el viaje más largo de mi vida. Busque el primer taxista. Y me llevo a la dirección que me había dado Vanessa, creyendo en que ojala fuera la correcta y no me hubiera despistado.
Pero podía verla en una de las ventanas mirándome. Ella estaba allí. Casi volé las escaleras tratando de parecer humano aun. Después de preguntar el número de habitación. Toque la puerta…
Solo una puerta de distancia. El olor de Vanessa era tan vivo tan fuerte no como el que quedaba en casa sin ella. Apenas posible de percibir. Oí los pasos vagos y lentos y podía imaginarla allí parada en el pomo de la puerta aun dudando si abrir – como si una puerta me fuera a detener de verla – y luego… la vida.
Esos ojos, ese rostro.
-Vanessa… - quede perplejo con el tamaño que tenia estaba tan hermosa, a pesar de la gran barriga que comenzaba a notarse. Tenía un camisón largo blanco y descalza. El cabello suelto y era tan ella. Tan Vanessa su delicioso aroma. - ¡VANESSA!
Los labios se me quemaban con le rose de los suyos, la tome entre mis manos queriendo devorarla viva. Cerré la puerta sin saberlo y la abrace con todas mis fuerzas y lo que podía con el espacio que me dejaba su enorme barriga. No podía dejar de besarla de tocarla de saber que era real.
-¡nunca vuelvas a hacerme algo así! No sabes… no sabes perdóname…. Perdóname
-Shh.… ya esta bien… - sus ojos eran magníficamente hermosos.
-No no l oesta. Sin ti… no lo esta – decía besándola aun.
-Pero ahora… lo estará… - dijo sonriendo.
-¿Vas a volver verdad? ¿O quieres que me quede yo…?
-No… - sonrió – esta bien, volveremos conozco esas leyes y se que el doc no faltara además pronto necesitaremos salir todo el tiempo el bebe puede darme problemas y no puedo salir durante el día.
-Esta por amanecer… -le dije.
-Lo se…
-Entonces, me quedare aquí, todo lo que pidas, hasta que quieras volver.
-Quizás en dos días, estoy agotada.
-¿Estas alimentándote bien?
-Muy bien… ordeño diferente las vacas. – sonrió.
-Clase de loca.. – sonreí. – te amo tanto…
Nuevamente la acerque para besarla y cargarla, hasta que finalmente, decidí al fin, saludar al pequeño.
-Dame tu mano… - dijo ella. Mientras la acercaba a su barriga. - ¿Esta grande?
-Esta gigantesca… - admití sonriente. - ¿Cómo pude perderme esto?
-Estará todo bien.. Ahora estamos juntos. ¿Si?
Solo me quedo asentir, amarrarme a sus besos. Y esperar, por el momento nadie me importaba la vida volvía a mi, mi propia familia la había recuperado. Y los besos de Vanessa era todo lo que necesitaba para saber que aun me amaba. Y que lo demás se arreglaría con el tiempo. Mientras la tuviera. Por hoy solo quería hacer algo que tenia tanto sin siquiera quererlo pensar.
Descansar acurrucándola entre mis brazos de nuevo.


