CAPITULO 10: La cena
Katheryn Morales

Esa noche luego del reencuentro todos estaban en la sala y yo me quede sentada en las escaleras mientras seguían bromeando y hablando. Matt se puso a ordenar una pizza pero esta vez que todo ya se sabía era solo para Drake hijo. Mi amigo estaba tan emocionado que aunque sabia que estábamos allí fue como si nadie más existiera mientras se contaban algunas cosas mientras “veían” televisión en el sofá.
Matt y yo ni nos mirábamos y realmente no quería hacerlo tampoco, había tan poca fuerza en mi, que solo podía compararme como una anémica sin ganas de hacer absolutamente nada por más que lo quisiera. Se detuvo mirando la televisión desde la cocina apoyado en el mesón. Una vez que terminaron casi de decirse todo padre e hijo, Drake le obligo a llamar a su madre, para decirle que estaba bien y que volvería pronto que no se angustiara, aunque realmente su madre no dejaba de hacerlo podía oírsele sollozando y tratando de hablar calmadamente. Estaba alterada y no era para menos su único hijo y “recuerdo” había desaparecido en un ataque de rebeldía y no le había hecho ni una llamada, cualquiera en su lugar recién lo viera le arrancaría unos cuantos cabellos de la cabeza.
Drake y él acordaron volver al día siguiente en la mañana juntos a la casa. Cosa que particularmente me sorprendió, que fuera tan valiente de ir de una vez y tan lanzado como para no importarle un segundo más si ella iba a saber la verdad de todo. Lo comprendía y quizás no sentía tanto como lo estaría viviendo él. Estar a punto de gritar o colisionar a escasas horas de la persona que amas a pesar de tantos años.
Cuando ya estaba cansada de ser espía callada, finalmente me dirigí a la habitación, mañana seria domingo un día probablemente tan aburrido y patéticamente duro, ahora que Drake se iría. Según el solo para organizar todo y posiblemente volvería, después de todo. Hace años que lo habían visto en ese departamento y volver, diecisiete años después exactamente igual era como algo extraño para variar en New York.
-Sera mejor que te cuides allá, no estaré para salvar tu trasero Drake
Le dije mientras le abrazaba, “espero verte pronto si necesitan donde quedarse puedo buscarle donde vivir acá mismo, ¿esta bien? Tu solo decide.” Volví a decirle. El asintió y me abrazo de nuevo.
-¡Estoy demasiado feliz volveré a verla Vanessa! – el jadeaba contra mi cabello. – Pero ahora puedo, no le haría daño no ahora que todo esta casi armado,… estaré bien – luego echo un vistazo a Matt y luego volvió a mirarme – Quizás todo se arregle.
Esta vez sabia que lo decía por ambos. Matt y yo.
Solo intente sonreír.
-Pórtate bien chico… - le dije a su hijo cuando iba saliendo revoloteándole el cabello.
-¡Oye! Tu también… en serio – miro a Matt- pórtense bien.
-¡Ahhh largo de aquí! – el iba carcajeándose de la risa mientras cerraba y caminaban hacia afuera.
Cuando cerré la puerta Matt giro atrás y siguió caminando hacia las escaleras sin hablar. No estaba dispuesta a soportar nada de eso. Agarre las llaves del auto y me fui a conducir a cualquier lado. Lejos de él.
Esa semana fue, por mucho, demasiado… demasiado, excesivamente, larga. Drake llamo casi a finales de ella. Dijo que lo más divertido fue el susto que le dio Linda, o ambos a la vez. Cuando ella entro al apartamento y lo encontró allí parado al lado de su hijo. Primero miro y luego volteo los ojos y callo al suelo totalmente desmayada. La llevaron a cuidados intensivos y pasaron dos días allí mientras le chequeaban los valores.
Fue muy feliz saber que él y su familia estaban bien, y por supuesto que hubo una hermosa reconciliación, lloraron, y mucho más… - que no quise saber – incluso Drake llevo a su padre a donde practicaba con su banda, dijo que estaban sorprendidos de que hubiera encontrado a su padre, mintieron diciendo que el había sido secuestrado durante todos estos años, y le inyectaban algunos compuestos extraños que lo habían dejado así, tal como estaba. No se que clase de personas se hubieran comido esa mentira pero, al parecer si lo hacían, eran jóvenes podrías decirles que el mundo era un pelotita de goma que se apretaba y reducía y te creerían.
También llego a comentar que hizo un dueto con su hijo en la práctica con las guitarras y sus amigos bromeaban de “oh salve rey del rock” o “se nuestro padre”. Se le oía esperanzadoramente feliz. Linda estaba más linda que nunca según él y que posiblemente volvería en unos meses, que si le daba la gana a su jefe de botarlo que lo hiciera esta vez el trabajo no se metería entre ellos.
Y tenía razón.
Igual iba a interceder por él y decirle que tuvo que irse por razones muy importantes, igual un cargador de cajas es literalmente, sustituible mientras hayan músculos nuevos de por medio.
Así como tenia de razón en la felicidad de Drake, también Matt desaparecía por tiempos en la noche y volvía. Cuando le daba la gana. El hablaba con todas las personas pero extrañamente yo poco a poco me había ido marchitando, no hablaba, no porque no quisiera pero, sin Drake, ¿con quien hablaría? ¿Ivana? Por supuesto, porque a lo mejor quiero saber que es lo nuevo que le miraba hoy a Matt. La semana que parecía interminable se hizo pasar demasiado, demasiado rápido cuando recordé un detalle que se me había pasado por alto.
Mañana seria la cena de Russel. Genial.
Necesitaba un regalo y no tenia ni idea de que llevarle, ¿le preguntaría a Matt? La respuesta es clara. No.
Me fui a una de las tiendas del pueblo mientras decidía que regalarle hasta que vi el objeto adecuado para él. Un reloj, a los vampiros no nos importaba el tiempo pero siempre veía a Russel usar uno de esos relojes importantes y de diseñadores. Gente aprende algo, cuando alguien no use algo no es porque no lo pueda usar es porque simplemente no lo quiere usar. Ejemplo, Russel nunca usaba corbatas ¿le regalaría una? Claro que no.
Entre a la tienda que parecía que con solo entrar necesitabas un pase VIP, y te cobraría como tal, pero deje toda necesidad de hablar o decir cualquier cosa y me limite a escoger el regalo. Hasta que encontré uno perfecto para él era de oro, con diamante alrededor del marcador de números. Precioso en verdad, diría que demasiado para mi gusto, pero, en Russel quizás le quedaría bien además de que por ser el jefe civil de el pueblo iba constantemente a reuniones importantes, así que a lo mejor le vendría bien. Pedí empacarlo de una vez, y el regalo parecía uno de un millón de dólares, una caja de envoltura dorada y una cinta fina, y delicada que hacia una maraña más grande de rojo y dorado. Especialmente rojo.
Cuando llegue a la casa, no quise meterme con nada ni siquiera con Matt, cuando llegue el giro la cara a la puerta, ya estaba viendo televisión y se había cambiado las ropas después de bañarse, se limito a mirar y como quien no quiere nada a volver de nuevo a su importante programa de deportes. Respire y deje mi abrigo en el perchero, decidí darme un largo, y extenso baño en la tina. Hacia meses que no me dedicaba un tiempo (aunque sin ningún beneficio para un vampiro) el contacto de la piel con el agua tibia me hizo abrir todos los sentidos, pude sentir como salían las puntas de los colmillos, estaba totalmente relajada, como no pensé estarlo. Coloque una toalla detrás de mi cabeza y me quede descansando un largo rato. Cuando abrí los ojos ya no había sonido afuera, y supuse que Matt se había ido a alguna otra parte a disfrutar, salí de la tina y me cambie por un camisón corto de seda.
Eso necesitaba consentirme, para sentirme algo viva.
La noche parecía una manta oscura, todo tan callado para ser un viernes, era increíblemente callado. Era ridículo ver el pedazo de ser viviente que me había vuelto, pero no podía hacer nada más. Matt ya no quería hablarme, o acercárseme, pero después de todo el era quien pensaba que abriría las piernas para luego no decirme nada, ¡ni siquiera un lo siento! Cuando volví esa mañana era tan distante, parecía incluso molesto solo porque corte el momento. El solo recordarlo hacia que todo doliera. Pero, le había prometido que no lo echaría pasara lo que pasará. Y no quería ser una infantil así que solo decidí callarlo.
En la mañana cuando me levante, trate de hacer mi vida lo más humana posible, tome cereal y me senté frente al televisor a mirar cualquier programa de algo que hubiera para hacer el sábado más alegre, estaban pasando un programa de busca talentos, no lo hacían mal, habían unas bailarinas otros eran cantantes, habían incluso cómicos. No era tan bueno el programa por lo largo pero al menos fue divertido mientras duraban los buenos espectáculos.
“¡Hola!, si, sabia que eras tu ¿Cómo estas?” ese era Matt. Y al teléfono. No quería oír pero era como si aunque no quisiera (y en serio que no quería) igual lo escuchaba a pesar de su voz suave y natural. “No lo se, hoy no quiero salir hermosa” Demonios….. “No, no es nada contigo fue estupendo per” BIEN eso era suficiente. Pase por el costado de él y camine a la habitación el todavía estaba hablando, podía oír la voz de la otra chica al otro lado del teléfono. Que decía unas cosas… en fin, tome el abrigo, y lo más natural que pude salí al pueblo en busca de una peluquería, necesitaba arreglarme, si… necesitaba, arreglarme mi cabello… para salir a la cena…
En el pueblo había muy pocos lugares donde hacían un buen peinado, me decidí por Fabelo´s. Era dolorosamente caro pero increíblemente hermoso el como trabajaba. Cuando llegue el pareció encantado de verme, o encantada… no sabría explicar.
Hacia desde muchos años que el le tenia ganas a mi cabello diciendo que me haría un extreme makeover, que sabia que no necesitaba así que no quería terminar con el cabello a la nuca solo porque eso se llevará de moda. Finalmente me sentó en uno de los asiento acolchados que giraban y me mostro unos cuantos moldes mientras le decía la ocasión “el cumpleaños del jefe civil, cena formal” obviamente no le diría más de eso. El pareció examinar mi rostro, levantando algunos mechones y lo demás, me pregunto si quería teñirlo y definitivamente opte por “NO”, siguió mirando y me mostro una foto que realmente me encanto. Cuando decidimos que hacerme, el siguió mirando y comenzó a trabajar en mi cabello.
Era ridículamente relajante todo el tiempo que necesitaba una mujer estar dentro de una peluquería, entendí que no era por lo complicado del peinado, era porque los estilistas tardaban una eternidad en buscar la perfección en las formas. Para cuando termino me giro y pude ver el peinado, era simplemente hermoso.
Ya que mi cabello era lo suficientemente largo, lo tomo como una cola de medio lado girándolo como lo hacíamos antes los de mi época con todo el cabello hacía adentro de un costado. En ese pedazo coloco unas rosas rojas diminutas realmente hermosas, el cabello adelante estaba algo levantado con algunos mechones cayendo al rostro y una que otras puntas de la coleta estaban ligeramente ruladas. Era sin duda una obra maestra.
-¿Te gusta?
-Creo que me encanta- admití mirándolo por todos los ángulos posibles. Mire la hora y era, aun más ridículamente tarde.
-¿Tu maquillas por alguna casualidad?
Sus ojos se abrieron aun más de la emoción y no sabia si debía retractarme de dejar que me maquillaran o no. Solo me quede, porque sabía que sus maquillajes eran lindos y prácticamente impermeables, podrías pasar por un diluvio y este estaría perfecto aun. Me hizo cerrar los ojos, sentí unas pinzas jalándome algunos cabellos en las cejas, luego algo frio, probablemente una mascarilla. Finalmente comencé a sentir las pastosidades del maquillaje, le pedí que no me dejara como un payaso pero el me corrigió diciendo “tranquila querida, serás una diosa” no sabia si creer en eso. Pero estaba agradecida de no recordar nada de los problemas que tenia.
Cuando termino, comenzaba a oscurecer. Mire a el espejo y pude verme perfectamente gloriosa, ese hombre tenia manos mágicas o algo parecido. “¿Puedes decirme como rayos has hecho esto?” dije bromeándole. “La verdad no hice mucho, tienes un lindo rostro y no hay necesidad de marcar mucho” eso fue bueno, pero en serio, el peinado más el maquillaje iban a la perfección con el vestido. El maquillaje eran, labios rojos, claramente, casi vino tintos, preciosos en mate, los ojos difuminados suavemente y delineados había algo brillante o natural en la forma como brillaba la piel al costado de mis ojos y mis pómulos. Me veía tan bien, como hace muchos años cuando iba a tantos bailes especiales. Sentía que por una sola vez quería salir a divertirme. Si, claro.
Pague la cuenta que aunque creí costosa, me encanto el trabajo así que no me dolió ni un céntimo de todo lo que cancele. Me subí al auto y acomode el retrovisor, mientras pasaba una cuerda de niños, de la edad de Matt silbando, sonreí y pise a fondo el acelerador mientras estaba estacionada para asustarlos. Solo por molestar. De regreso a la casa, veía como los locales iban encendiendo las luces, definitivamente se estaba haciendo tarde, mi celular comenzó a repicar y en la pantalla leía “Damián”
-Hola, ¿Cómo estas?
-Hola Vanessa, muy bien gracias. ¿Cómo has estado? ¿Vienes a la reunión? Mi padre se alegraría de verte aquí…
-De hecho creo que la alegría sería para ti – dije sin pensar mientras que giraba llegando a la casa – lo siento, ¿me decías?
-Ah… bueno, es que quería saber si vendrías por ti misma o si podría pasar buscándote, tienes razón. No hay cuestión para dudarlo me encantaría que llegaras conmigo, ¿esta bien?
-Mientras no creas que algo hay de por medio…
-No… en verdad, ¿dime a que hora podrías estar lista?
-¿A que hora comienza la velada?
-A las nueve, ¿te parece quince minutos antes?
No sabia que tanto podría correr él para llegar a tiempo, pero se oía razonable tener poco tiempo con él mientras íbamos solos.
-De acuerdo. – dije estacionada en la casa. – Te veré en unas horas. Gracias.
-A ti... gracias por aceptar la invitación. Nos veremos.
Cerré el teléfono mirando a la pantalla. Tomando una bocanada de aire y finalmente salí afuera, Matt parecía estar aun en la casa porque cuando cerré la puerta del auto las luces se encendieron.
Camine lento para no despeinarme, pero el viento estaba gélido, y estar expuesta al secador era, una combinación rara de temperaturas. Cuando entre Matt giro a mi dirección y pareció querer decir algo, estaba claramente sorprendido, pero yo me fui directo a mi habitación, deje el abrigo y todo lo demás y me fui al baño (a asearme como pudiera sin tocarme el maquillaje ni el peinado) cuando salí parecía casi un milagro que estuviera completa aun.
Tome el vestido y se sintió tan suave pasarlo por la piel, era exquisito, ajuste las cintas de los zapatos, eran tacones aguja y preciosos todos negros, eran sandalias de diseñador también. Me di una mirada al espejo y cuando ya estaba cerca de las nueve me rocié el perfume y tome el monedero y el regalo para esperar la llamada. Que no tardo mucho, ya venia llegando estaba estacionando el auto. Mientras bajaba podía oír el ruido de los tacones aun amortiguado por la alfombra de la casa.
Matt se levanto del sofá cuando me vio, parecía en hielo, fue al refrigerador y tomo otra coca-cola y se fue de nuevo al sofá. Segundos después alguien tocaba la puerta con los nudillos.
-Hola… - salude al abrir.
Damián se quedo callado un momento y luego sonrió.
-¿Qué pasa? – pregunte.
-Nada, no, es que estas muy hermosa… bueno, no es que no lo seas, es solo que, en verdad, te ves preciosa…
-Gracias… - me sentía cada vez más confundida y vacía.
-¿Nos vamos? – pregunto extendiéndome la mano. Yo asentí. “Hola Matt” saludo desde la puerta Matt se limito a levantar la mano.
Cuando cerré sentí un aire gélido pasar por mi espalda. El intento sacarse el abrigo, pero le pedí que no lo hiciera, aun así lo hizo, el llevaba un traje negro debajo del blazer del conjunto tenia una chaqueta corta ceñida al cuerpo que dejaba ver su corbata azul quizás zafiro. Que resaltaban hermosamente sus ojos, me pillo mirándolo y sonrió mientras abría la puerta de su auto. Que también era lindo y muy llamativo, negro se veía muy veloz y adentro todo era de piel. Era muy cómodo.
Al llegar a su casa, ya estaba un poco fastidiada de limitar a asentir o decía si. Cuando preguntaba algo. Cuando finalmente llegamos se estaciono en la entrada, la casa de Russel tenia un portón como los de las casas antiguas que se abren solos, y detrás una gigantesca estructura como una casa podría serlo en mucho tiempo atrás. Pero claramente con siluetas de la actualidad.
Tomo su chaqueta al pasar la puerta y me tomo de la cintura indicándome por donde caminar. Al llegar al vestíbulo, había unas cuantas personas, la cena no sería del todo tan privada, era de unas treinta personas quizás. Mujeres en vestidos resaltantes, hermosos peinados, algunas eran muy exquisitas otras tenían un acento más coloquial pero igual de decente.
Tan pronto como entre reconocí al Dr. Gerard. Y a unas otras personas preguntándome si todos serían vampiros. Camine hacia el doctor y le salude, el hecho un vistazo a Damián y luego a mí. No quería maginar que podría estar pensando, solo sonreí y le dije que me alegraba verlo. Me pregunto como seguía Matt y le dije que mucho mejor, quizás estaría en una fiesta ahora.
Damián se tomo el tiempo de presentarme tanta gente como pudo mientras estábamos esperando que la cena comenzara. Cuando fue la hora de pasar al gran comedor, todo estaba tan perfecto. Había cosas hermosas, que tenia muchos años que no veía, era como un salón del siglo dieciocho o quizás de antes, pero de aquellos que poseían buenos bienes. Todos los envases eran de cristal y las bandejas de oro, preciosos ramilletes de rosas y unos lindos tapices vino tinto y negro.
Uno de los presente hizo sonar una copa recién comenzaron a traer los platillos y colocaron a cada uno una copa de vino blanco para brindar, todos nos levantamos, Damián a mi lado me dio un vistazo, parecía preocupado. Pero al mismo tiempo muy feliz.
Por lo menos el lo era.
-Bienvenidos…. – hizo hablar el hombre, tenia una barba blanca y un ligero acento Irlandés. – Gracias a todos vosotros por estar aquí. Quiero rendir homenaje a un hombre, que ha sido de gran ayuda a mi vida, durante muchos años, un amigo incondicional. Russel – Russel que estaba como a unos cinco metros de mi en la silla tipo rey alzo la copa en agradecimiento, vestía a diferencia de los demás un poco más casual a pesar de llevar un smoking también no llevaba corbatas ni nada, pero se veía igual o mucho mas presentable, Solo Damián con el porte que tenia hacia ver su traje tan bien en él.
-Gracias… - dijo Russel. Una vez que todos (casi todos terminaron de hablar) incluyendo Damián que dijo unas palabras muy conmovedoras finalmente Russel se levanto y le dio un abrazo y volvió a su silla. – Gracias, a todos por estar aquí y darme esta increíble sorpresa. Admito que no tenia idea de nada de esto pero estoy muy complacido con su presencia en mi casa…
El miro a los lados. Y luego sonrió.
-Es bueno, estar en casa, con la familia y los amigos. Gracias por el detalle para quienes lo hicieron – levanto la copa en alto – a ustedes salud.
“Salud” respondieron al unisonito.
-¿Estas bien?
Pregunto Damián acercándose al balcón donde estaba.
-Perfectamente. – sonreí.
-A mi padre le encanto el regalo… - dijo sonriente. – creo que siempre sabes que darle.
-Si, así parece.
El me miro por un momento callado y luego miro al frente.
-¿Sigues… mal por Matt, verdad?
Le mire de reojo y sonreí.
-Claro que no, es solo que… no me sentido en mis cabales estos días.
-Pues sigo creyendo que es por él… - se apoyo en el balcón mirando hacia adentro de la casa luego mirándome a mí. - ¿Por qué no le has dicho nada de lo que sientes?
-¿De lo que siento de que?
El arqueo la ceja.
-No seas, ridículo Damián. No tú por favor. – respire profundo dejando que el viento de la noche llenara mis pulmones.
-Creo que… tienes miedo a admitir muchas cosas…
-A lo único que le tengo miedo, es seguir siendo la única cuerda aquí en el pueblo. Por favor, deja el tema allí, ¿esta bien? – le miré pero sin ninguna dureza en la mirada, el estaba siendo muy dulce conmigo.
-Bien… - sonrió. Luego miro de nuevo hacia afuera, se veía una hermosa vista hacia el bosque y sobre el la plateada luna - ¿Te gusta la vista?
Sonreí. Era más que gustarme hacia años que no tenia una vista así.
-Mucho…
-Igual a mí… desde que llegue me gusta subir a los balcones y quedarme viendo hacia afuera.
-¿Extrañas Londres? – pregunte.
El parecía pensarlo y finalmente suavizo el rostro.
-Siempre extrañas tu hogar… pero intento sentirme bien aquí mientas dura mi visita.
-Te comprendo…
Me miro sorprendido, con la mirada tierna.
-¿Eres de Londres?
Sonreí.
-Creo que es claro…
-Así parece- estaba encantado.- ¿Quien era tu familia?
-Los Willsteinar… naci algunas décadas después que tu quizás no los…
-Si los conozco… e oído de ellos, para 1735 hubo un gran problema con ellos. Habían perdido a todas sus hijas, ¿son ellos tus padres? ¿Has cambiado constantemente tu apellido?
Asentí.
-Lo lamento, mejor hablemos de otra cosa…
-Esta bien, supongo que ya debería ser asunto superado.
Le mire sonriendo.
-Es que, a cualquiera se le paran los vellos de los brazos cuando los residentes cuentan esa historia sobre tu familia… creo que la usan para turismo.
Eso no se sentía bien.
-¿De verdad? – fingí estar interesada en el tema.
-No tienes que hablar de eso si no quieres…
-Me da igual no te preocupes por mí.
-Entiendo… pues, solo me alegra que al fin pudiera dar con la Vanessa de la historia, y ver que estas bien.
-Tal parece…
-Vanessa creo q….
Todo se fue haciendo borroso y sentía nada en mis pies, los sonidos se fueron apagan y era como cuando te están sacando de una fiesta que bajan los breques del servicio eléctrico. Por unos pocos minutos por lo que parecía, cuando desperté, seguía en el balcón pero esta vez en el suelo Damián estaba sobre mi y su rostro estaba pálido y muy asustado, estaba sobre el en sus piernas. Me había desmayado o algo por el estilo.
-¡Vanessa! – me urgió llamándome.
Peor tardaba en encontrar los labios para contestar todo se sentía tan… vacio, nulo, comenzaba a dejar de oír de nuevo.
“Vanes...” seguía escuchando a través de la penumbra que veía, algo me movía pero no sentía nada, ni el cuerpo.
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